Diversificación, en el más amplio sentido de la palabra

Ya hablamos de la importancia de la diversificación en las inversiones en este artículo publicado en el mes de junio del presente año. En él, nos centrábamos en una clase muy concreta de diversificación, la diversificación geográfica. Ahora bien, es vital señalar (como bien exponemos al comienzo de aquel artículo) que este no es el único de tipo de diversificación, si bien sí es el más conocido entre los pequeños inversores.

En el presente artículo nos centraremos en definir y en poner ejemplos de los diferentes tipos de diversificación que existen, con el fin de ampliar el universo de inversión de nuestros lectores, y que de esta manera puedan reducir la volatilidad de sus inversiones.

La diversificación, en general, se podría definir como la selección de diversos activos con el fin de conformar una cartera de inversión que tenga un menor riesgo (volatilidad) que la suma de los riesgos de sus componentes. Acuérdense del clásico “no meter todos los huevos en la misma cesta”. Si uno tiene varias cestas con huevos, se corre menos peligro de que se rompan todos los huevos por caída de las cestas. Tiene lógica, ¿verdad?

Ahora bien, en general, los pequeños inversores creen que poseer un puñado de diferentes acciones es tener varias cestas de huevos distintas, cuando normalmente son diferentes compartimentos de una misma cesta. Por ello es importante señalar los distintos tipos de diversificación que existen, para que los inversores construyan cestas que sean verdaderamente independientes (este término se conoce en finanzas como descorrelación).

Antes de comenzar con la descripción, me gustaría aclarar que la cartera de un inversor es el conjunto de TODOS sus activos financieros (cuentas corrientes, fondos de inversión, planes de pensiones, etc.), y no solo de una inversión en concreto (de acciones, por ejemplo). Por ello, las distintas diversificaciones deben aplicarse a la cartera en general, para obtener resultados óptimos.

5 tipos de diversificación

Así pues, podrían llegar a distinguirse cinco tipos distintos de diversificación, los cuales pasamos a describir y ejemplificar:

  1. Diversificación temporal. Las personas tenemos diferentes objetivos a lo largo de nuestra vida, y aspiramos a cumplir cada uno de ellos en un momento temporal concreto. Por ello, los horizontes temporales de cada uno de los productos que tengamos en nuestras carteras, deberán adaptarse al momento en el que se quiere cumplir un determinado objetivo. La idea sería la siguiente:
  1. Corto plazo: productos con bajo riesgo, y por tanto baja rentabilidad. Se busca gran disponibilidad para satisfacer las necesidades del día a día. Ejemplo por antonomasia, las cuentas corrientes. La elección de la cuenta corriente ideal para cada ahorrador daría para un artículo propio. Únicamente señalar que, en el contexto actual de tipos de interés negativos, pocas son las cuentas corrientes que ofrecen ya algún tipo de remuneración.
    1. Medio plazo: productos para satisfacer las necesidades de dentro de 2 a 5 años, aproximadamente. Tradicionalmente el activo ideal en este apartado era la renta fija. Sin embargo, este tipo de activo se ha visto lastrado en los últimos lustros por la caída de los tipos de interés. Por ejemplo: bonos del estado español, alemán, americano, bonos corporativos…
    1. Largo plazo: cada uno concibe el largo plazo de forma subjetiva, por lo que no conviene circunscribirlo a un rango de años concreto. La idea es mantener el poder adquisitivo el día de mañana. El activo ideal para el largo plazo es la renta variable. Los inversores inexpertos conciben la renta variable como un activo de gran riesgo, sin embargo, pocas cosas hay más certeras que el crecimiento de la renta variable a largo plazo, siempre que se tengan en cuenta el resto de tipos de diversificaciones. Ejemplos: acciones, fondos de inversión de renta variable…
  • Diversificación de títulos. Aquí es donde entra en juego tener activos de diferentes empresas (el ejemplo que hemos puesto al principio de tener un puñado de acciones de diferentes empresas). Por supuesto, este es un pilar clave, aunque como estamos viendo no el único.

Lógicamente se deben tener en cartera títulos de diferentes organizaciones (estos títulos no son solo acciones, si no también bonos, obligaciones, pagarés, letras…). La explicación es sencilla: si tenemos títulos de muchas empresas, más difícil será que todas las empresas que tengamos en cartera caigan en quiebra o desaparezcan. El ejemplo es claro, invertir en acciones (o cualquier otro título) de diferentes empresas.

  • Diversificación geográfica y sectorial. Ya le dedicamos un artículo a esta clase de diversificación. Únicamente señalar que el mundo es muy grande, y no debemos tener vista de caballo e invertir únicamente en España por el hecho de ser españoles. Hay muchas empresas que lo hacen muy bien fuera de España, y dentro también.

Así pues, deben realizarse inversiones en múltiples zonas geográficas como España, EEUU, China, países emergentes… Y múltiples sectores como tecnología, bienes de consumo, medicina, banca…

  • Diversificación por potencial de crecimiento. Digamos una obviedad, no todas las empresas son iguales. Perfecto, ¿pero en qué sentido? En muchos, pero en este apartado en concreto nos centramos en la capacidad que tienen las empresas de seguir creciendo.

Todas las empresas aspiran a crecer año tras año, pero el hecho es que no todas crecen al mismo ritmo, y a eso mismo nos referimos con “potencial de crecimiento”. La cuestión aquí será tener títulos de empresas ya consolidadas en sus mercados y sectores (las llamadas blue chips) como Telefónica, Repsol o Apple; y empresas más modernas con mucho más recorrido y potencial de beneficios, como, por ejemplo, startups tecnológicas.

  • Diversificación por tipo de producto. La consecución de los objetivos vitales de las personas, puede alcanzarse de diferentes maneras. En este punto nos centramos en explicar que no se debe escoger el mismo producto para ahorrar o invertir para todos los objetivos, porque cada objetivo es diferente.

Por ejemplo, ¿podría ahorrarse para la jubilación mediante una cuenta corriente? Podría llegar a hacerse, pero este producto no es, ni de lejos, el óptimo para ese objetivo. Así pues, e hilando con el comienzo de la descripción, una cartera bien diversificada, debe estar construida por diferentes productos, como cuentas corrientes, fondos de inversión, bonos, productos específicos para la jubilación…

En definitiva, la diversificación es uno de los pilares fundamentales de las inversiones exitosas. Debemos realizar una correcta diversificación en los cinco ámbitos mencionados, con el fin de cumplir nuestros objetivos de forma óptima. Así pues, como siempre, lo primero será tener claros esos objetivos.

Tener los objetivos identificados y clasificados, e invertir y ahorrar en función de ellos de la forma más diversificada posible, es garantía de éxito.

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